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zumodenaranja

Mensajes embotellados

Vente pa limón

Vente pa limón Conduzco con ojos llorosos. Tengo la sensación de que únicamente llueve en mi coche, tanto dentro como fuera de él pero solo en el espacio que ocupa mi coche. Me rindo a la dirección hacia la que me lleva el volante que ahora parece que haya tomado vida propia. Cuando vuelvo en mi, me encuentro en un aparcamiento de arena con un geriátrico detrás mío, no es allí donde voy en realidad. Camino unos pasos, aprieto el botón del interfono y me abres. Ves mi cara, pensativa, ojerosa, demacrada al fin y al cabo. Me abrazas. Y ahí estás, sentada (no del revés), mirando como tus manos rompen cualquier trozo de algo que te sirve de escudo para soportar lo que soportas sin hacer preguntas, sin pedir más explicaciones que las pocas que te doy. Y yo me desahogo en tus hombros que creo se ofrecen gustosos "...mañana puede que me pase a verte un rato...". Frase que te he dicho bastante útlimamente y motivo por el que te doy las gracias. Hablo y escuchas, eso es todo lo que espero y estoy orgulloso de ti por estar dispuesta a hacerlo. No quiero crearte ninguna responsabilidad con lo que te voy a decir pero lo que quería expresar mínimamente con este post es que estos días te has convertido en mi refugio, mi Limón particular. Caverna confortable donde he tenido tiempo para pensar y sobretodo desconectar.En fin que no puedo pedir más. Que esto es una amiga y me alegro de haberla encontrado. Gracias.

La mujer cósmica

La mujer cósmica La mujer cósmica lo ve todo con la seguridad de estar por encima del resto.
La mujer cósmica es discreta, silenciosa y pausada.
La mujer cósmica es reflexiva, serena...
El hecho de verlo todo con la distancia que le da el estar en el espacio hace que tenga una perspectiva de las cosas distinta a la vez que objetiva.

Muchos podrán pensar que se trata de una mujer fría metódica y calculadora pero nada más lejos de la realidad. Si está en el espacio es porque sabe que ahí, tan lejos, difícilmente nada la podrá dañar.

La mujer cósmica es como un cometa. Su corazón helado, en realidad no cesa de combustionar en busca de la dirección correcta y cuando los demás percibimos su rastro, su cola, ella ya está unos kilómetros más adelante...siempre en busca, como he dicho antes, de la dirección correcta. Y orbita y orbita en torno a nosotros siempre atenta y dispuesta a ayudarnos en el momento en que necesitemos su sabio consejo.

Sueño entre teclas

Sueño entre teclas ....Y estoy en la cama en ese estado en el que no sabes si estás durmiendo realmente o estás más despierto que nunca...y mientras mis ojos me van transportando a ese otro mundo oigo el tintineo de las teclas cuando escribes. Imagino. Imagino que estás tejiendo sabiamente las historias de los sueños que ahora tendré. Y con ese picar de las teclas mi mente va quedadndo poco a poco en blanco. No se tú pero estoy agusto aquí.

La astilla que quedó pendiente de un teléfono móvil

La astilla que quedó pendiente de un teléfono móvil Entré por la puerta. Mesas, ordenadores, sillas,gente, griterío...y entre todos ellos la silla vacía que luego ocuparías tú y que, en un primer momento, a pesar de estar vacía, ya me llamó la atención. Me senté con una mujer. Ella trabajaba y yo me fijaba en lo que hacía. Pronto iban a llegar las 10 de la mañana y mi estómago me decía que algo iba a pasar. Mi cabeza no entendía ese nerviosismo. Minutos que se me hicieron muy lentos. Recuerdo que miré el reloj. Levanté la vista a través de la mampara y tu saludo alegre y tu buen humor entraron en la sala. Llevabas un pañuelo blanco que te envolvía la cabeza, recogiéndote el pelo y dejando al descubierto tus delicadas facciones. Viniste a saludar, y a la misma velocidad a la que te acercabas mi cara se iba poniendo cada vez más y más roja. Saludé como buenamente pude entre tartamudeos, con la sonrisa y los ojos de té chino que tenía ante mi no sabía si tenía que decir un sugerente "hola, me llamo zumo" o lanzarme a tus labios sin mediar palabra. Como ya he dicho, no supe hacer ni una cosa ni la otra, solo tartamudeos, pero creo que te diste por satisfecha.

Unos dos meses después después me vi en tu coche, en un aparcamiento de collserola totalmente furtivo para nosotros dos. No decíamos nada, eran nuestras almas las que se hablaban, las que se tocaban,las que se besaban. Y justo en ese momento de bendita enagenación mental cometí un error que he tardado mucho tiempo en perdonarme. Sonó mi teléfono. No lo quería escuchar pero el timbre era insistente. Yo lo dejaba sonar pero no se callaba. Lo tenía en el bolsillo del pantalón. Y si hasta ese momento solo nos separaban unos pliegues de ropa que de un momento a otro parecía que fuesen a desaparecer, con ese sonido tan repetitivo como insoportable empezaron a separarnos, por mi parte el miedo y creo que por la tuya un sentimiento de culpabilidad. Tomé la peor decisión. Saqué el teléfono y descolgué. Tal y como esperaba era mi padre preguntando el "oportuno": "¿Dónde estás a estas horas? ¿Piensas venir a cenar?" Le contesté que no tan rápido como pude. Todavía tenía el sabor de tus labios en los míos y necesitaba más pero, al colgar, tu ya no estabas encima mío, estabas seria, estabas con las manos al volante llevándome a casa.